El origen de esta raza es considerado, por algunos, similar al del Pastor alemán, aunque durante muchos siglos fue criada en Bélgica sin ningún criterio de selección. A finales del siglo XIX, un grupo de apasionados, dirigidos por el profesor Reul, trataron de poner un poco de orden, fijando definitivamente las cuatro variedades que tomaron el nombre de la localidad belga donde fueron inicialmente criadas. Las dos guerras mundiales perjudicaron gravemente a ese grupo de perros tanto, que en los años 1920 y 1945 fue preciso comenzar nuevamente casi desde cero. La tenacidad de los criadores belgas sin embargo, no solo ha permitido la supervivencia de sus pastores sino que incluso ha afirmado en todo el mundo, a un perro que va encontrando cada vez más, una mayor aceptación y grandes éxitos. En la actualidad, el Pastor belga es un óptimo perro de defensa y para el cuidado de los rebaños, fácil de adiestrar y muy afectuoso.